19 mayo, 2009

Voces del pasado

La comezón me lleva a
Rehacer los lechos de vestiduras infantiles,
Halitos frescos de juegos encantados.
Ya dibujaba el arco iris sin muñecas,
Escogía las estrellas y el sol,
Prenderme en el pasar de pájaros y serafines,
Yo no sabía…
Aquellos días galopaba en suspiros,
Los céspedes eran mi camastro de utopías,
El barro el ungüento del libro que mis manos sacudían,
Los arboles el escondite, mi trepar hacia nidales,
Madriguera en que el lápiz y cuaderno sometía,
Inspiración ya mía…
Mis pies tocaban espinos que rasmillaban,
Sumergida en la laguna de ranas esquivases,
Acalambrada con el futo o animal que agazapaba,
El ensueño de la hierba perfumada y delirante,
Ese mar con rocas que mi cuerpo entallaba,
Libertad primitiva mía…
Cómo no evocar al compinche de bullicios,
Al hermano y quiltro que nos salvaguardaba,
Cuando con arrojo guerreábamos en las noches,
De ese bosque que nos hacía huir en una pasada,
Aquellos días de porrazos alarmantes,
Mi madre era la que con sus besuqueos aplacaba,
Mi padre, sudoroso de oro negro,
Estiraba su brazo y me abrazaba.
Sangre mía…
Pienso en la emoción de ese millón de vivencias,
En la barriada que guarda mi huella en ramas,
En la niña a la realidad de una mujer encajonada,
Se me estrangula la voz al murmuro del pasado,
Me seduce zambullirme al resplandor del ayer
Heredad de pasos gloriosos
Sensación mía…

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