19 mayo, 2009

¿De dónde vengo, hacia dónde voy?


Anoche discurría en un sin número de temas que podía escribir, claro está sin desenfocarme en la esencia o matiz que han llevado mis artículos a la edición, porque estoy conciente, de que más tarde que temprano este hará algún impacto reflexivo en personas que necesitan de algún modo clarificar dudas en torno a ese ser interno que nos acompaña mientras respiremos en este mundo. No tengo la solución a la vida, pero sé que podemos hacer de ella una instancia más agradable bajo este manto de años turbulentos que vivimos hoy en la contemporaneidad, y como digo siempre; me explayo a partir de mis vivencias, de manera humilde y sin soberbia. Hoy en día quisiera hablar de nuestras raíces, de esos lares donde crecíamos, de esa herencia cultural familiar, barrial, allí donde se fueron estableciendo nuestras primeras vivencias para muchos afortunadas y otras quizás no tanto, pero claramente esta marco nuestro después en la vida que hoy en día nos toca seguir. Es absurdo suprimir el recuerdo de donde venimos, pues esto significa enterrar el aliento de nuestros inicios. Es una responsabilidad personal por lo tanto, descubrir este sentido de resguardo al sentido de la pertenencia que tenemos con el ayer personal. Porque esta reflexión se preguntaran mucho, pues me ha tocado presenciar hechos donde muchos han olvidado y obligado a su memoria social conectarse con el pasado, porque les produce vergüenza que los demás se enteren que fue una persona de muy bajos recursos, pues la vida no le sonrío en este sentido material. Se han olvidado de sus familias, barrio que le cobijo en tantas hazañas, de esos nexos que predominaban con humildad y amor. He visto a muchos y muchas que con soberbia se jactan de lo que han adquirido, son personas frías, vanidosas, discriminadoras, insensibles, arribistas, ambiciosas. Sin embargo veo en estos personajes un dejo de soledad, vacío y silencios internos lamentables. Personas que conducen sus vidas sin la gracia de la dicha y paz que pisaban con la simpleza de la infancia. ¿Será legítimo esto?... Al término de esta escritura y posterior lectura, quiero provocar y llamar a la reflexión en varios puntos y que al final radica es una palabra tan bella como lo es la virtud que tiene la humildad, esto pasa por escuchar nuestro pasado, redescubrirlo. La humildad abre un sinnúmero de otros valores, es aprender a vivir en armonía a partir de una misma o mismo, la familia, los amigos y la sociedad en la cual estamos inmersos. No huyamos de nosotras (o) mismas. Sigamos el cauce de la vida como un río; Comprender donde nace y hacia donde va, que felicidad es entender la función importante que lleva ese río en su peregrinar.

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