Se enreda su habla en los almendros del deseo
Sucumbe entre los prados que la imantan
Suelta el alma antes que se muera en los minuto.
Ella se enreda entre el bullicio ardiente de venas
Se aparea encadenándose sin duda a un tierno beso
Se muestra ingenua al oleaje de un mar en conciertos
Revive liberándose en el sollozar ayer prisionero.
Ella no sabe que la luna le mendiga un poema inédito
Sólo acaricia dejándose en la alfombra del universo
Cabalgando ya sin silencios de disfraces lúgubres
Hoy escribe su soneto con la punta ardiente de su vientre.
Ella es un río infinito de letras balsámicas
Un signo que atraviesa los fantasmas en su lecho
Es el sentido que embruja en el fuego de una noche oculta
Una flor que se inclina segura a una violeta o rosa sin recato.
Ella puede ser una azucena que reposa entre noches y días
Quizás una tibieza de ritos húmedos a escondidas
Un texto solitario anudado en el oído de tus recuerdos
O un grito mágico e inocente que lleva y trae el viento.
Así de torrente puede ser la belleza de mi canto
Temblorosas hasta en la soledad que tantas veces me habita
Aún intensa e infinita entre las espinas que cercenan mis ansias
Cedida a la fragilidad que me aguarda mientras viva.